EPÍLOGO.
Hoy me tocaba volver al pueblo dónde vivían mis abuelos. Me
gusta ese pueblo. Me transmitía tranquilidad. Las vistas eran preciosas ahora.
Habíamos cruzado un valle, y allí a lo lejos, ya se podían ver los verdes
prados y juraría, que hasta la casa de mis abuelos y mi antiguo instituto. Iba
distraída, como esas veces en las que tienes lo ojos en un punto fijo pero tu
mente viaja por millones de sentimientos, lugares y recuerdos. No me podía
quitar esa idea de la cabeza. ¿Estaría él allí? Aún recuerdo el día en el
que...
''El campo de los abuelos es muy bonito. A lo lejos, vi una
pequeña mariposa de color naranja. Eso sí que era bonito. Me levanté, teniendo
cuidado con la camiseta que me habían dado hoy por mi sexto cumpleaños y seguí
sigilosamente a aquel bichito. Se paró en una roca cerca del estanque que hay
al lado del bosque de los vecinos. Ya casi la tenía.
-Hola.- dijo una voz detrás mía. La mariposa
salió volando. ''Jopetas'' susurré para mí misma. Aunque creo que aquel niño me
oyó. Le ignoré puesto que gracias a él, no había podido comprobar si con el
polvo de las alas de las mariposas, se podía volar, como dicen. Yo iría al país
de Nunca Jamás, para así poder conocer a Campanilla, ese hada que me gusta
tanto.- Me llamo Niall. ¿Y tú?.- volvió a hablarme. Le miré. Tenía unos muy
bonitos. Creo que eran esos de los que mamá dice que enamoran. Yo no sé lo que es
enamorar, pero eran bonitos igualmente.- ¿Quieres jugar a algo?- dijo de nuevo.
¿Otra vez? Pero, ¿no se cansaba de que lo ignorara? Qué pesado era. A ver si se
iba ya. Aunque parecía simpático, y yo no tenía a nadie con quien compartir mis
chuches ni mis juguetes.
-Yo Amy.-me atreví
a decir.
-Ven, te enseñaré
algo.- dijo el tal Niall, con una sonrisa de oreja a oreja mientras me tendía
una mano. Yo se la cogí y me ayudó a levantarme. Nos adentramos más aún en el
bosque, y más aún. Eché la vista atrás. Ya no veía la casa de mis abuelos.
¿Adónde me llevaba? Mamá me había dicho que no entrara en el bosque porque me
podía perder.- ¿Adónde vamos?.- pregunté un tanto angustiada. Él no contestó.
Más alante, se paró en un pequeño árbol con una construcción arriba. Me ayudó a
subir. Era muy bonita. Allí había miles de tarros. En uno de ellos había una
mariposa. Era casi la misma que yo había visto antes.
-Ten, para ti.- me
ofreció el pequeño tarro. Yo le miré, agradecida. Qué ojos más bonitos tenía,
me quedaba embobada mirándolos. Fue el comienzo de una gran amistad.
Pero...¿era sólo eso? ¿ o algo más?''
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